viernes, 14 de marzo de 2014

EL LASTRE IDEOLÓGICO



Durante El Renacimiento, el Rey Gustavo Adolfo II de Suecia gastó gran parte de la fortuna de su reino en la construcción del navío de guerra más grande de Europa. Bautizado como el Vasa aquél barco pesaba 1200 toneladas, medía 52 metros de altura, tenía 3 palos, 10 velas, 64 cañones y era tripulado por 150 marineros. El 10 de agosto de 1628, en su viaje inaugural, ante el asombro incrédulo del Rey y su Corte, el Vasa se hundió en las gélidas aguas de la bahía de Estocolmo. La causa de la catástrofe fue realmente trivial: un mal cálculo en la cantidad de lastre cargada en sus bodegas. 330 años más tarde fue rescatado y hoy es una espléndida pieza de museo en la capital sueca.

Escuchando las preguntas planteadas por los periodistas de los medios de comunicación del Estado o lo que es lo mismo del aparato de propaganda del gobierno, enviados a molestar al flamante candidato unitario Capriles Radonsky en su primera rueda de prensa después del apoteósico triunfo popular de las primarias, no pude más que recordar el suceso de Estocolmo. Los anacrónicos planteos de esos jóvenes periodistas olían a casco viejo, a rémoras, a museo, a naufragio.

Ha pasado medio siglo desde el apogeo de La Revolución Marxista Leninista en América Latina y pese a todas las evidencias históricas del error de aquél concepto, pese al desastre económico, social y humanitario que ha generado y pese a los profundos cambios en el orbe, la izquierda radical sigue manejando las mismas premisas ideológicas como verdad absoluta. La ideología es el valor supremo del autodenominado revolucionario, lo único que define su posición ante el mundo.

El pensamiento quieto lastra el desarrollo político e intelectual de esos periodistas como lastra al gobierno de Chávez. Los funcionarios del gobierno no se valoran por su capacidad y su honestidad, sino por su obsecuencia ideológica. Los aliados internacionales no se elijen en base a su respeto por los valores humanos, por la transparencia democrática de sus gobiernos, por su compromiso con la paz o por los intereses de la Nación sino por afinidades ideológicas. Los enemigos internacionales son enemigos ideológicos de los que hay que despotricar aunque sean socios comerciales. La soberanía es en teoría un bien inalienable pero se entrega a los aliados ideológicos. Los ciudadanos son marginados, agredidos y descalificados si no responden a los cánones ideológicos del gobierno. Los funcionarios públicos son obligados humillarse ante la ideología oficial so pena de despido. Las autoridades estatales que difieran ideológicamente con el gobierno son marginadas y desatendidas aunque hayan llegado a su cargo por el voto popular y sean eficientes.

La Revolución Bolivariana navega sobre un pesado barco ideológico sobrecargado de palabras, de armas de guerra, de boato, banderas, milicias, marchas militares, retratos del líder, próceres acartonados, misiones incumplidas, egolatría, abusos y usurpaciones.

Mientras tanto la oposición democrática, multi-ideológica y pragmática se plantea resolver los problemas cotidianos de un país en total abandono para llevarlo al nivel económico y social que se merece.

En el fondo del Mar Caribe los pececitos multicolores esperan.



Germán Cabrera. 14 de febrero de 2012.

German_cabrera_t@yahoo.es



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