viernes, 14 de marzo de 2014

TAREA DIFÍCIL


Se me ha presentado la estupenda oportunidad de escribir una columna para BRECHA, gracias a la gentileza de la Directora y su equipo de trabajo.-

Inicié mi contacto con el semanario a través de una Carta Abierta al Pepe Mujica, que escribí el mes pasado y que no se pudo publicar debido a su extensión. Aprovecho esta columna para felicitar al Pepe por su merecido triunfo, obtenido por su valentía y su tesón, y al pueblo uruguayo que ha sido ejemplar en su talante democrático, deseándoles el mejor de los gobiernos.

Fui Tupamaro desde el año 1969, integrante del “aparato militar” en la columna 15, estuve preso en Punta Carretas donde conocí a toda la Dirección del MLN, y por supuesto al Pepe, participé en el desarrollo del “Abuso” aunque no en la fuga por causas fortuitas, completé después 2 años de cárcel en Punta de Rieles, Batallón Florida y 9º de Caballería bajo las “Medidas Prontas de Seguridad”. Al salir en libertad me exilé en Venezuela, país donde nací ya que mis padres trabajaron como profesores desde el año 1947 al 1952.

Nací en 1950, soy artista plástico y ya llevo 36 años en Venezuela por lo que puedo decir que conozco muy bien este país, su gente, su geografía, su historia política.

Si bien creo que las categorías de Izquierda y Derecha, en blanco y negro, se han transformado en un anacronismo limitador del juicio objetivo sobre hechos históricos y personas, sigo considerándome, en términos generales, un hombre de izquierda y he sido, en los últimos años integrante de la Dirección Nacional del Partido Izquierda Democrática.

Este Partido, junto con la casi totalidad de la izquierda histórica venezolana

(Teodoro Petkoff, Douglas Bravo, Américo Martín, Bandera Roja, Movimiento al Socialismo, Causa R y otros) forma parte de la oposición al gobierno de Hugo Chávez.

Yo me opuse al Teniente Coronel desde su primer intento de golpe de Estado en el año 1992, cuando vi por televisión en vivo y en directo aquella tanqueta subiendo la escalera de la Casa de Gobierno para intentar tumbar la puerta. El primer objetivo de los golpistas era el de matar al Presidente Carlos Andrés Pérez, democráticamente electo por el pueblo venezolano.



Me he propuesto la DIFÍCIL TAREA de escribir varios artículos referidos al tema de “La Revolución Bolivariana” y dirigidos a la izquierda uruguaya, parte de la cual se ha dejado hipnotizar por este proceso y su máximo y único líder.

Sé que algunos pocos caerán en el facilismo de llamarme facho, reaccionario, traidor, o afirmarán “que le estoy haciendo el juego a la derecha”, para negarse a priori a oír lo que no quieren, a eso estamos acostumbrados quienes vivimos bajo un gobierno que considera enemigo a todo aquél que no piense como él y le insulta, descalifica y agrede permanentemente.

Pero aliento la esperanza de que la mayoría de los lectores se interesarán en escuchar nuestras experiencias directas como manera de ampliar sus elementos de análisis y su juicio en torno al tema que nos referimos.



A esta altura de mi vida me opongo a cualquier intento, civil o militar de toma del Poder mediante métodos violentos, salvo en los casos extremos en que una férrea dictadura no permita salidas democráticas.

En ese orden de ideas pienso que asumir el camino de la lucha armada en el Uruguay de los 60, bajo el influjo adrenalínico de la Revolución Cubana y la Teoría del Foco, fue un gran error político, valga la autocrítica que considero necesaria.

También considero que no se debe caer en el simplismo ideológico de denominar Golpe de Estado a una intentona militar de derecha, e Insurgencia o Rebelión a una intentona militar de izquierda.

Golpe es golpe, venga de donde venga, cuando este se lleva a cabo contra una Democracia, aunque ella sea “imperfecta”.



Hugo Chávez y su gente conspiraron durante años dentro de las Fuerzas Armadas y dieron dos Golpes de Estado sangrientos con bombardeos aéreos y muertos en las calles. Ambos fracasaron. A raíz de ello fueron juzgados y el actual Presidente estuvo preso durante dos años en condiciones de privilegio, con visitas de todo tipo y entrevistas a granel, para luego ser indultado por el Presidente Rafael Caldera, democráticamente electo por los Venezolanos.

De inmediato comenzó su campaña política, en la cual se refería a las elecciones como un “fraude del sistema” y una “trampa de la burguesía”, llamando de paso al abstencionismo y a nuevos levantamientos militares.

Influido por políticos sagaces que se unieron a su movimiento (y hoy fuera de él) adopta luego un giro estratégico importante que lo pondrá en el ascenso al Poder, presentándose a elecciones. Va montado sobre la ola golpista y su aura romántica de militar rebelde con boina roja.

Planteó desde el principio una campaña dual: violenta y descalificadora cuando prometía “freír en aceite las cabezas de los políticos” y a la vez conciliadora y paternal prometiendo justicia e inclusión. Cabalgaba sobre el concepto de la antipolítica y el antipartidismo, sembrados durante años por sectores multiideológicos que argumentaban, entre otras cosas, la necesidad de un “Gerente”, un “No político” un “Hombre fuerte” para dirigir el país.

Sorprendía ver lo fácil que calaba en diferentes estratos sociales, fue apoyado por la Iglesia, por amplios sectores de la burguesía y de la clase media, por los mas importantes medios de comunicación y comenzó a hipnotizar a las clases mas desposeídas, ávidas de un militar macho y autoritario que “pusiera orden en esta vaina”.

Fue la misma “democracia burguesa” que hoy él denosta, quien, tras ganar las elecciones, le entregó el poder con total transparencia y sin abusos a través de la tarea impecable de un Consejo Electoral imparcial.

Ese fue el inicio.



Germán Cabrera Traversoni,

Ciudadano Uruguayo y Venezolano.

german_cabrera_t@yahoo.es



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