viernes, 14 de marzo de 2014

UN PAÍS DESPERDICIADO



Venezuela, gracias a su fortuita ubicación geográfica sobre terrenos metamórficos y fracturados muy antiguos, cuenta con cantidades descomunales de petróleo y gas natural, y entre otros muchos minerales, con Hierro, Bauxita, Oro, Plata, Diamantes, Níquel, Cobre, Zinc, Manganesio, Yeso, Fosfatos y Calizas. Hace poco descubrimos que hasta tenemos Coltán, aparentemente en cantidades generosas.

Por otra parte, debido a las variadas zonas climáticas del país, a la abundancia de agua y a las privilegiadas características físico-químicas de los suelos, somos productores de Café, Cacao, Arroz, Maíz, Tabaco, Caña de Azúcar, Algodón, Ajonjolí, Sorgo, Sisal, Papa, Piña, Plátanos, Mango, Níspero, Manzanas, Parchita, Aguacate, Guanábana, Melón, Patilla y de cuantas hortalizas y leguminosas existen, además de haber sido, hasta hace poco, un país lechero, pesquero, productor de carne vacuna, de pollo a granel y con una industria multifacética y poderosa.

Tenemos un potencial turístico inigualable: montañas nevadas con páramos inimaginables, territorios primigenios con mesetas indescriptibles, ríos y cascadas descomunales, selvas vírgenes con biodiversidad infinita, desiertos, costas incomparables de aguas color turquesa, arrecifes coralinos y llanos sin límites.

La urbe ruidosa y hedonista comparte el espacio geográfico con caseríos indígenas prehistóricos y pueblos remotos cuyo ritmo quedó detenido en los tiempos de la Colonia.

El venezolano es alegre, dicharachero, trabajador, irreverente, emprendedor y su fisonomía y carácter son producto de la amalgama de razas que el azar histórico hizo confluir en América. En Venezuela no existen conflictos de origen racial, étnico ni religioso.

Tenemos, entonces, el enorme privilegio de ser dueños de la materia, el espíritu y el vigor necesarios para construir en paz e insertos en una visión de futuro, un país productivo y pujante donde el ciudadano pueda sentirse feliz.

Pero resulta que llegó al poder un grupo de gente obsesionada con la ideología cuya mayor preocupación es separar al ser humano en derechas e izquierdas, cuyo principal objetivo no es combatir la pobreza y la exclusión sino enfrentarse a todo conciudadano que no piense como ellos y cuya meta política es perpetuarse en el poder para construir una sociedad utópica que nunca va a construir.

Este atajo de delirantes políticos, de obsesivos ideológicos, de antiimperialistas obsoletos, de oportunistas voraces y de ladrones de cuello rojo, considerándose dueños de la verdad y con el espíritu de un ejército de ocupación, se han dedicado sistemática y voluntariamente a desbaratar el país con insensatez criminal.

Cual hueste de insectos ávidos, han desmantelado las empresas del Estado y han confiscado inicuamente los bienes ciudadanos con el anticriterio de porquemedálagana y de porquesoncapitalistas. Considerando a los productores nacionales como enemigos de un supuesto socialismo inexistente han reventado la industria nacional y han establecido una economía de puertos donde todo se importa y lo importado muchas veces se deja pudrir en los contenedores como parte de un negocio cruel.

A causa de la ineficacia canallesca y del sectarismo político que se niega a rectificar o a escuchar consejos, han sucumbido los servicios básicos de salud, de electricidad y de agua potable, se han contaminado de petróleo los lagos, los ríos y los campos, mientras la basura se pudre en las calles, las Plantas de Transferencia desaparecen bajo inauditas montañas de desperdicios pestilentes y los embalses de agua se asfixian bajo toneladas de lirios de agua.

Con precisión quirúrgica, han deconstruido las instituciones democráticas arrodillándolas ante la voz del amo, han prostituido la justicia y se han apropiado, con sectarismo salvaje y con la mentira como bandera, de los medios de Comunicación del Estado. A través de éstos, acusan a la oposición democrática de ser responsable de los planes violentos que ellos mismos promueven en nombre de una pretendida Revolución trocada tempranamente en populismo barato y manipulador.

Los ciudadanos, desasistidos de toda ley, han sido abandonados en manos de una delincuencia que cada día se supera en sadismo y ahora los presos, a los que hay que referirse, según los eufemismos revolucionarios, como los privados de libertad, se masacran entre ellos en hacinamiento dantesco y enfrentan a la Fuerzas Armadas con fusiles de asalto y granadas que los mismos empleados del Estado les venden. Para colmo de todos estos males, el monstruo infecto del narcotráfico se ha apoderado de todos los resortes del poder.

¿¿Hay algo que pueda resultar peor??

Sí, lo hay: que los venezolanos nos matemos entre nosotros en una guerra fratricida.

La única salida es la democrática, votemos masivamente el 7 –O.



Germán Cabrera Traversoni.

Artista plástico, miembro de la Fundación Espacio Abierto

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