viernes, 14 de marzo de 2014

INTELIGENCIA Y SENSATEZ


Lo primero que quiero expresar es mi condena categórica a la nueva agresión que desde las altas esferas del gorilaje revolucionario se está llevando a cabo contra Tal Cual y su Dirección. De más está decir la importancia ética de este diario y su influencia sobre el pensamiento político nacional. Las autocracias y las dictaduras son muy sensibles e irritables ante la avasallante presencia de la inteligencia y la sensatez.



Inteligencia y sensatez es lo que debería primar en el futuro inmediato sobre las decisiones a tomar por los actores de este fenómeno masivo de protestas extendidas por todo el país.

Tal vez los años de vida vivida, de logros, de frustraciones, de hijos engendrados, criados, de muertes lloradas, de horrores presenciados y de errores cometidos nos hayan transformado en individuos un tanto cautelosos, excesivamente conservadores para algunos, enfriadores de conflictos para otros.

Debo reconocer que sigo siendo un hombre del siglo XX. Tal vez es una condición personal, tal vez sucede a todo aquél que nace a mediados de una centuria y comienza la otra en la madurez. Pero esa característica me lleva a razonar los sucesos, no al ritmo enloquecido de las redes sociales y los medios de comunicación, sino a la cadencia de mis propias experiencias y de mis tiempos aprendidos. Porque uno a aprendido que la historia y la política tienen sus tiempos propios. Nuestra formación política marxista de la post adolescencia nos hablaba de condiciones objetivas y subjetivas, no estaba mal. Pero en todo caso y tal vez infortunadamente los tiempos históricos no corren a la misma velocidad que nuestra voluntad, nuestros deseos y nuestras hormonas.

He transformado en un cliché decir que llevo enfrentando a este proyecto anacrónico del chavismo desde el día en que vi a aquella tanqueta escalando las escaleras de Miraflores. He asistido a todas las marchas, he tragado gases lacrimógenos en Caracas como lo hacía en el Montevideo de 1968, intercambié piedras contra balas frente al Fermín Toro el 11 de abril también como cuando tenía 18. Escribo en Tal Cual en Face y en Twitter, y además participé en la guerrilla Tupamara uruguaya en los 70 y estuve preso dos años.

O sea que ni me ha faltado guáramo para pelear por lo que pienso ni estoy arrellanado en un sillón pescando las pocas noticias que el gobierno nos permite.

Por lo tanto me considero con el suficiente derecho como para afirmar que por encima del heroísmo, el arrojo, la arrechera sublimada y las irrecuperables vidas perdidas de los valientes muchachos, este movimiento de protesta se está transformando en un callejón sin salida.

Sostengo que hay que dar un viraje rotundo, acudir como ya se ha hecho a las movilizaciones masivas, a las consignas inteligentes y a la organización política. Unirse a Partidos o crear nuevas agrupaciones con el nombre que se quiera, fundar cualquier tipo de grupos humanos en el área donde cada quien tenga influencia y plantearse tareas serias y objetivos claros que permitan ampliar las bases de oposición al proyecto neo comunista bananero.

Pensar que este movimiento pueda transformarse en una insurrección popular es un sueño. Para eso hay que tener con qué.

Primero una mayoría de pueblo dispuesto a jugársela y segundo armas.

Faltan las dos.



Y además falta la noción del horror a que puede llegar la represión de un gobierno autoritario, en este caso cegado por la fe revolucionaria.




14 de marzo de 2014

Germán Cabrera Traversoni

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